Las calderas se clasifican en atmosféricas, estancas y por condensación según su sistema de funcionamiento. La elección del equipo adecuado dependerá de las necesidades de calefacción y las características de la vivienda.
Calderas atmosféricas
Son las calderas más económicas y compactas, pero menos eficientes. El agua circula por convección natural. Requieren chimenea y ductos de evacuación de humos. Son más contaminantes y ruidosas.
Calderas estancas
El agua circula por convección forzada mediante un circuito cerrado. No necesitan chimenea pero precisan un conducto de admisión de aire y evacuación de humos para ventilar el gas. Son más silenciosas y limpias que las atmosféricas.
Calderas de condensación
Están diseñadas para aprovechar el calor de los humos de combustión. El agua de retorno se enfría, condensando el vapor de agua de los humos. Ahorran energía y reducen emisiones contaminantes. Requieren una chimenea para evacuar los humos y una toma de aire para la combustión.
¿Cuál elegir?
Las calderas de condensación son las más eficientes y respetuosas con el medio ambiente. Sin embargo, su instalación y mantenimiento son más caros.
Las estancas ofrecen un buen rendimiento a menor coste que las de condensación.
Las atmosféricas son las más asequibles en cuanto a precio, instalación y uso, pero son los equipos que más contaminan y más potencia de calefacción necesitan.
Para calefaccionar con la máxima eficiencia energética y el menor impacto ambiental, las calderas de condensación son la mejor opción, aunque más costosa.
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