El jardinero y su corta césped: una historia de dedicación.

La corta césped zumbaba ruidosamente mientras el jardinero avanzaba por el amplio jardín. ¿Cuánto tiempo llevaba manejando aquella máquina? ¿Veinte años, tal vez más? Su espalda se resentía con cada pasada, pero el césped parecía cobrar vida con cada corte.

Aquel jardín era su mayor orgullo y su mayor pasión. Lo había visto crecer y florecer a lo largo de los años bajo sus diligentes cuidados. Las flores cambiaban, los arbustos se podaban, pero el césped permanecía siempre verde y perfectamente cortado.

El sol brillaba intensamente, incrementando el calor que emanaba de la máquina. ¿ Cuánto tiempo más podría continuar? Su cuerpo se quejaba, pero su mente no estaba dispuesta a descansar aún. ¿Una pasada más? ¿Dos? Quizá sería mejor parar e hidratarse, para reanudar el trabajo por la tarde con más energía.

Un leve suspiro salió de sus labios. El jardín podía esperar, pero el césped no. Volvió a accionar la palanca y la corta césped siguió su camino, dejando tras de sí un reguero de verde brillante.

¿Cuánto tiempo más duraría su fiel compañera de trabajo? ¿Cuánto tiempo más podría él continuar manejándola? El futuro era incierto, pero mientras pudiera, el césped seguiría siendo cortado con esmero y dedicación.