El suplicio de la corta césped

El calor sofocante de la canícula le impedía descansar. Su corta césped se había convertido en un verdadero suplicio cada día. El sol abrasador recorría su camino implacable a través del cielo, mientras él cortaba, cortaba y cortaba.

La hierba crecía a una velocidad alarmante, parecía que se alargaba justo delante de su cortadora con cada pase. ¿Acaso el césped se burlaba de él, creciendo más y más rápido cuanto más lo cortaba?

Su espalda le dolía, sus manos estaban cansadas y adoloridas de sujetar el mango de la máquina. Pero si paraba, el césped se le echaría encima, avanzando como una ola verde que lo engulliría todo. **¿Cuándo terminará esta tortura? **

Cada fin de semana se convertía en una carrera contrarreloj para terminar de cortar el césped antes de que llegasen los invitados o tuviera que preparar alguna celebración. ¿Por qué el césped crece tan deprisa?

Sólo había una cosa que lo animaba en esos momentos: la satisfacción de ver el césped perfectamente corto y verde, extendido ante él como un manto. Su esfuerzo había valido la pena, al menos durante unas semanas. La corta césped, aunque dura, también tenía su recompensa.

¿ Habría alguna máquina o truco que pudiera facilitar su eterna corta césped?