El zumbido de la corta césped: una lección de orden y crecimiento.

La gran máquina de corta césped rugió al partir. resonaron sus cuchillas al comenzar a cortar el alto césped. El viento hizo ondear las tierras verdes y frondosas, mientras las hojas caían formando un camino detrás de la podadora.

¿Hacía cuánto tiempo había crecido de este modo el jardín? La vegetación parecía haberse apoderado del espacio, entrelazándose y enmarañándose. Era como si la propia naturaleza hubiera querido ocultar algún secreto entre tanta frondosidad.

El ruido de la corta césped se extendió por todo el jardín, convirtiéndose en el sonido dominante. Un pulso rítmico y constante que fue ganando terreno con cada pase. ¿Cuántas vueltas más tendría que dar para dejar el césped a la altura perfecta?

El calor y la humedad se acumulaban a medida que avanzaba. Gotas de sudor perlaban su frente, mezclándose con el polvo verde que levantaba la máquina. Las manos se habían convertido en un segundo par de ojos para guiarla y evitar accidentes.

El césped caía y el recuerdo de aquella tarea se incorporaba a su mente. La satisfacción de un trabajo bien hecho. El prado ordenado y cortado a la medida. ¿Volvería a crecer tan deprisa o habría aprendido alguna lección?

La corta césped se detuvo. El jardín ya no era el mismo, transformado por el sonido de sus cuchillas.