El sol ardía sobre el corta césped mientras surcaba el jardín. Su motor rugía agresivamente, cortando las altas hierbas a su paso. El jardinero avanzaba lento y metódico, asegurándose de no dejar ni un brote sin cortar.
El césped se veía verde y jugoso, perfectamente cortado. Pero ¿cuánto duraría así? Una vez cortado, el césped crecería de nuevo con rapidez. ¿Cuántas veces al mes tendría que pasar la corta césped para mantener el jardín bien arreglado?
El ruido de la máquina era ensordecedor, pero el jardinero ya se había acostumbrado. Llevaba años operando la corta césped, siempre con el mismo ritmo y precisión. Su brazo izquierdo se movía como si de un pendón
