Hacía tiempo que la familia quería comprar un tobogán para la piscina. Las niñas no se quitaban de encima a sus padres pidiendo un tobogán, una deslizadera , algo que las hiciera disfrutar aún más de las tardes de verano en la piscina.
¿Pero cuál elegir? Había tantas opciones en el mercado. Toboganes largos, cortos, rectos, curvos, deslizaderas sencillas, toboganes acuáticos para mayores y más pequeños. La decisión no era nada fácil.
¿Optarían por un tobogán sencillo y barato para los más pequeños o invertirían en uno más complejo y duradero para que disfrutaran todos? ¿Priorizarían la seguridad o preferirían uno más emocionante?
Después de analizar pros y contras, visitar tiendas e imaginar a sus hijas deslizándose por los toboganes, tomaron una decisión. Comprarían un tobogán familiar, seguro y resistente, perfecto tanto para las niñas como para los niños que de vez en cuando se unían a sus tardes de piscina.
Un tobogán que fuera divertido pero no demasiado técnico. Uno en el que caballos y princesas, superhéroes y aventureros, todos juntos pudieran deslizarse y dispararse al agua, con la adrenalina a flor de piel y una sonrisa en la boca.
¿Sería todo tan emocionante como lo habían imaginado? ¿Se convertiría el tobogán en el protagonista absoluto de las tardes de verano en la piscina? La diversión estaba asegurada. ¡Ya solo quedaba comprar el tobogán!
